La edad de la inocencia (1993)

Nueva York, finales del siglo XIX. Newland Archer (Daniel Day-Lewis)  está prometido con May Welland (Winona Ryder), cuando conoce a la duquesa Olenska (Michelle Pfeiffer) una mujer europea,  divorciada, con mucha personalidad y nada convencional. Lo resumiré diciendo que nadie permanece indiferente tras estas presentaciones.

Martin Scorsese había dirigido ya obras de referencia como ‘Taxi Driver’ (1976), ‘Uno de los nuestros’ (1990), ‘El  Cabo del miedo’ (1991), ‘Toro Salvaje’ (1980) y ahora presentaba una prometedora adaptación del premio Pulitzer de Edith Wharton: ‘La edad de la inocencia’. Quizá abusivo por la explícita prosa de la novela, Scorsese se ajusta todo lo posible a la atmósfera creada por la poética narrativa del libro, materializando la belleza y el buen gusto en escenas encantadoras. Es desbordante el placer del espectador al seguir el hilo argumental mientras convive con la aristocracia americana en espléndidos salones, comparte sabrosos banquetes y se deleita con la elegancia de los personajes de la película. Los agradecimientos deberían ser también para Dante Ferreti (dirección artística), Florian Ballhaus (fotografía) y la música de Elmer Bernstein, además de Strauss, Beethoven y Mendelssohn.

Los que interpretan aquella sociedad diluida en la hipocresía y las apariencias, hacen posible este trabajo, Day-Lewis, Pfeiffer y W. Ryder –un papel hecho para ella–. Nos vamos acostumbrando al buen cine, pero no dejo de ser consciente del lujo que resulta ver en pantalla a estos grandes actores. A pesar del eterno fraude que supone ver la adaptación de una novela, la esencia de Wharton es testada por el público, permaneciendo envuelto en un romance sin ausencia de polémica, en sí la historia es embriagadora.