Lo que queda del día (1993)

Darlington Hall es una mansión que corre a cargo del correctísimo mayordomo Stevens (Anthony Hopkins), él lleva la casa rectamente sin inmiscuirse en los asuntos que tratan sus importantes dueños. Al incorporar al servicio al ama de llaves, Miss Kenton (Emma Thompson), todo parece seguir igual, sin embargo se enamoran mutuamente. 

Desde el principio y sin saber porqué, al espectador parece interesarle considerablemente lo que va presentando el guión (Ruth Prawer Jhabvala). Debe ser porque realmente no pasa nada mientras que los actores misteriosamente sugieren que va a pasar algo, pero poco a poco van comprendiendo. Todo el largometraje a la espera de aquellas palabras, y así es como de modo impecable James Ivory (Una habitación con vistas, 1985) te mantiene absorto en unas interpretaciones memorables. El autor de la historia y novelista Kazuo Ishiguro –libro que he de leer– hace una perfecta descripción de la situación en el servicio, el personaje de Stevens retratado por A. Hopkins, es complejo pero está realizado a la perfección. Se acaba sintiendo la relación “invisible” de los dos protagonistas y la fuerza de sus caracteres.

La sensibilidad de esta tragedia romántica y frustrante, trata de forma muy inteligente temas como el orgullo, el deber, el amor no correspondido, la dignidad, etc. Sin duda esta historia de amor brilla por su belleza y singularidad,  y ha sido bautizada por el tiempo como un clásico, más que disfrutable.